domingo, 19 de octubre de 2008

COMUNICACIÓN-EDUCACIÓN Y CIUDAD


“La ciudad es una composición espacial definida por la alta densidad poblacional y el asentamiento de un amplio conjunto de construcciones estables, una colonia humana densa y heterogénea conformada esencialmente por extraños entre sí” (Delgado 1999:23)
Es en el marco de la ciudad donde la condición urbana permite hacer vida con otros y participar en los momentos efímeros que se tejen a cada instante en el trajinar por sus calles. También hace posible que los sujetos se interesen por los asuntos que van más allá de las relaciones directas y participen en la vida pública, en la dirección misma de la ciudad.
Por lo tanto, se alberga a personas que intervienen en la sociedad y construyen distintos grupos cargados de subjetivación, de esos grupos nacen las diversas sociedades. Los adultos mayores han tenido la oportunidad de participar en el proceso de su vida de distintas clases de grupos sociales y en su estado actual de vejez, aunque, encuentran muchos que atraviesan su misma etapa, en un principio son extraños que se relacionan con la identidad de la tercera edad y pasan a compartir algunos objetivos comunes
Hacer parte de la condición urbana permite direccionar acontecimientos y formar parte de ellos, hoy la sociedad en su devenir teje momentos en los cuales uno con otros intervienen en subjetividad para crear identidades. Las personas que transitan por sus calles trasforman y protagonizan la historia. Los niños de hace 60 años hoy son adultos mayores que comparten intereses por la sociedad, muchos se reúnen en las plazas de los parques con discursos de antaño, analizan las trasformaciones urbanas y comparten sus experiencias; otros tantos tienen lugares de juegos y no faltan quienes se arraigan a sus recuerdos desde la soledad. Los adultos mayores quieren ser parte activa en la sociedad, pues la conocen con la experiencia que da los años, están ha esperas de un trabajo y acepción conjunta.
“La ciudad se ha venido asumiendo desde tres dimensiones: una que tiene que ver con el reconocimiento de un conjunto de derechos civiles, económicos, sociales y culturales. Una segunda dimensión relacionada con el cumplimiento por parte de los ciudadanos de una serie de deberes y obligaciones, que se articulan simultáneamente con espacios de proyección de las virtudes ciudadanas. Y una tercera relacionada con los aspectos identitarios o de pertenencias cultural, nacional, regional, local, urbana, étnica, religiosa, lingüística, de opción sexual, etc.; que han dado origen a formas de participación, de reivindicación y de reconocimiento diferenciado, en medio del crecimiento paisaje multicultural […] (Rodríguez 2004: 16)

Los adultos mayores en el contexto de ciudad y de nación son incluidos en la constitución colombina de 1991 como poseedores de derechos, y demás se especifican beneficios en la ley 1171 de 2007son reconocidos y están protegidos ante posibles vulnerabilidades, además desde su calidad de ciudadanos están obligados a cumplir los derechos y obligaciones que enmarca la ley.

Es de nuestro interés ubicarnos en la tercera dimensión que enmarca a los ancianos desde los aspectos identitarios, los pertenecientes a la tercera edad han sido los encargados de construir la cultura de su tiempo y generalmente se arraigan a sus raíces, ellos, en medio de distintas clases sociales comparten sus experiencias y crear lazos de relación que están en pos de sus costumbres, sin embargo son personas capaces de inmiscuirse con la nueva generación como poseedores de conocimiento que sirve de guía. Es allí en el intercambio intergeneracional donde se cruzan experiencias, que valen de feed back en la construcción de cultura. Ellos que pueden mirar hacia el pasado con entendimiento son capaces de guiar a los que apenas están viviendo.
“La comunicación y la educación se pertenecen mutuamente y la ciudad aparece no sólo como el escenario de la comunicación y educación sino como un acto comunicativo y educativo, esto es, como una realidad que se crea, que fluye, que se disuelve y que vuelve a crearse sólo cuando los ciudadanos tiene la ocasión de abrirse los unos a los otros, de narrarse y de reconocer la ciudad que los narra” (Rodríguez 2004: 14)

A la luz de las nuevas teorías de la acción comunicativa como lo expone Jünger Habermas distingue en la sociedad dos niveles: “el sistema y el mundo de la vida. La preocupación por el mundo de la vida es una extensión de la teoría de la acción comunicativa, pues la acción comunicativa sucede siempre en el mundo de la vida. El mundo de la vida esta constituido por la cultura, la sociedad y la personalidad” (Briones 1999: 171).
El concepto de acción comunicativa “fuerza u obliga a considerar también a los actores como hablantes u oyentes que se refieren a algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en el mundo subjetivo, y se entablan recíprocamente a este respecto pretensiones de validez que pueden ser aceptadas o ponerse en tela de juicio. […]” (Briones 1999: 171).

Es el discurso, una forma especial de comunicación, donde, por medio de la argumentación se determina lo que es válido o verdadero. Es decir, la verdad no es una copia de la “realidad” a la cual se refieren los argumentos de los participantes en el discurso, sino que es un resultado consensual sobre el cual no actúa ninguna influencia que lo distorsione.

Es en la ciudad de Medellín, específicamente en el municipio de Envigado donde se centra el interés de este trabajo, allí se le abre un espacio a la tercera edad un lugar que se llama Atardecer, es en este campo de encuentro de los abuelos donde nos adentramos dos comunicadoras-educadoras para recuperar sus narraciones y narrar junto con ellos sus historias, recogemos algunos relatos que antes pasaban de generación en generación por tradición oral y los devolvemos a través de crónicas a la ciudad.

Es la ciudad la que le debe abrir espacios de inclusión al grupo en cuestión, entonces en su contexto las comunidades se unen y crean organizaciones que trabajen en pos del desarrollo de los adultos mayores. Allí se construyen elementos de identidad y unión para construir grupos que se identifiquen por intereses comunes en pos de su desrrollo.

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A sus 80 años aún se siente viva

A sus 80 años aún se siente viva
Blanca Oliva Marín, 80 años

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Natalia Giraldo, estudiante de Comunicación social de la Universidad Luis Amigó.

 

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