domingo, 23 de noviembre de 2008

LA FLOR DE JAZMÍN SU INSPIRACIÓN

La niña pequeña, indefensa desde los once meses era huérfana de madre, su padre la abandonó desde muy niña y unos amigos de la familia la acogieron, su vida académica pasó por varios percances, no estaba contenta en las escuelas donde la llevaban y de todas la suspendían, por último llegó al colegio la Presentación donde se sentía más cómoda, hasta que cumplió siete años y su padre regresó por ella frustrando los sueños e ilusiones, estaba matriculada para una academia de canto, pero ahí quedó todo, en un espejismo.
Al año su padre la llevó para otro Hogar donde sus padres adoptivos eran de calse alta. Un día cualquiera Eunice estaba cansada de la situación que la perseguía, sus padres adoptivos se convirtieron en los títeres que sólo le daban regalos, los caballos, la bella hacienda en la que vivía era una soledad absoluta, no podía tener amigos, novios, ningún contacto con el mundo, lo anhelado se convertía un estorbo para ella. Su espíritu aventurero la llevó a tomar una decisión, tenía ocho años era la media noche, una niña pequeña e indefensa decidió huir de su casa. Tras el encuentro de ramas que rosaban sus ingenuos pies, murciélagos volando alrededor, búhos vigilantes y silenciosos llegó al pueblo, desolada y sin protección caminó hasta el atrio de la iglesia en el municipio de Pensilvania Caldas el frío la recogía, el miedo, la soledad, su compañía eran la poca ropa que alcanzó a sacar; sin embargo emprendía su búsqueda a la nada porque aún no sabía lo que le esperaba.
En medio de la noche decide entrar a la iglesia, de rodillas y con los ojos empañados de lágrimas le pide la compañía, implora a Dios para que no la deje sola, al levantarse de la silla decide salir a caminar al pueblo, era la madrugada difícilmente encontraría alguien, cuando en medio del camino por las calles encuentra abierto el almacén más grande de Pensilvania pensó en comprar una caja de polvo, la señora que atendía se apiadó de la inocente niña, le hizo varias preguntas al darse cuenta que era la hija adoptiva de Baltazar López y María Pérez, personas muy influyentes del municipio, la acogió y la llevó para la casa ofreciéndole atenciones de reina.
Ya era la madrugada y en medio de las atenciones de la señora de la tienda, Eunice la niña en medio de su confusión le aclaro el deseo de no volver a su casa, ella había tomado una decisión y por nada del mundo la cambiaría, era el momento para sentirse libre. Comenzó a trabajar e inmediatamente a enfermarse, la señora la llevó a un cuarto aislado por miedo a infectarse permaneció tres días, hasta que sin fuerzas cogió una pastilla se la tomó y sin la ayuda de nadie llegó al hospital donde la dejaron internada.
Después de permanecer en el Hospital por dos meses, nadie preguntaba por ella, no recibía visitas, el médico le ofreció trabajo y allí se quedó por un largo tiempo, un día vio a su padre adoptivo y salió corriendo nunca más volvió a saber de ellos, hoy a sus 68 de años de vida recuerda su soledad: “hace 48 años que no se de mi familia, viví en un mundo solitario y eso me causó un dolor muy grande”
Su lucha en Pensilvania siguió, en el Hospital empezó a estudiar enfermería por una monja, luego llegó otra directora y no pudo seguir estudiando, pasó a ser supervisora de cocina, un día tuvo que reemplazar a unas de las enfermeras, en medio del cuidado de los pacientes, se enfermó de fiebre amarilla y comenzó su descenso, su debilidad no la dejaba trabajar no sentía fuerzas; debido a esa penosa situación debió volver a buscar a su padre, no encontró si no pobreza, desolación, rechazo, y aprovechó a un señor que traía mujeres para Medellín a trabajar y decidió venirse con él.
Al llegar a Medellín de 18 años empezó a trabajar en la casa de unos conocidos de la familia, en dos meses se retiró y se fue para una agencia de trabajo allí volvió a otra casa de un señor reconocido en aquella época Samuel Botero Pelaez, el entonces gerente de Sonolux. Luego se fue a trabajar en laboratorios farmacéuticos, allí conoció a su esposo.
La recompensa, una familia
Con el paso de los años formó una familia, cinco hijos le dio a la patria, la que nunca tuvo, para Eugenia en un principio fue difícil asimilar el acompañamiento ya estaba acostumbrada a la soledad y en medio de su confusión y rencor se convirtió en una madre ejemplar: “al principio yo era muy dura con mis hijos, tenía mucho rencor, empecé a ir programas de superación personal y comencé una nueva vida”
Una flor de jazmín la inspiró
Cuando tenía 30 años y no pensaba más que en criar a sus hijos, estaba en un paseo a las afueras de Medellín de repente vio un jardín con flores de jazmín lo único que quiso fue ir a olerlas y no lo pudo hacer, de pronto llegaron todos los recuerdos desde ese momento comenzó su vida de poeta y escritora.
Los libros la mantienen viva a pesar de los años, uno de sus hijos murió, cuando habla del tema sus ojos llenos de arrugas y a través de sus lentes se evidencia el dolor tan profundo por la muerte, pero también la fortaleza para contar su historia por medio de sus escritos dialoga con el mundo.
A pesar de tener muchos trabajos inéditos, entre historias de vida, cuentos, cantos, poemas, frases mensaje para los jóvenes con problemas de drogadicción, pues doña Eunice vivió el dolor de tener los hijos en esos caminos y con su ayuda salieron adelante, sin falta expresa con nostalgia los muchos escritos perdidos, sin embargo hace un año le publicaron su primer libro: “recuerdo de mi infancia” allí cuenta la historia de su vida y también la de “Pablito” el nombre ficticio de Juan Felipe su hijo muerto, editado por la Universidad Nacional.
“Qué tristeza más grande adiviné en su mirar,
En su aspecto sombrío y su manera de caminar
Pero no llores más que tal vez la ausencia les haga bien
Por que se casarán mis niñas… ilusionadas sin comprender
Lo que en futuro pudo acontecer”

Trabajos Selectos canciones y poemas, su segundo libro, editado por la Universidad Nacional en el 2008, la poeta expresa su agradecimiento por la oportunidad que le dieron de publicar sus libros, gracias a Sandra Inés Uribe Soto, Vicedecana académica, una niña vecina quien se convirtió en una mujer emprendedora y gracias a ella doña Eunice pudo hacer su sueño realidad, después de 30 años. Según doña Eunice aún tiene varios escritos en la Universidad serán seleccionados por temáticas y aproximadamente saldrán cuatro libros.
Ella no se queda atrás también participa de las actividades del Hogar Gerontológico “Atardeser” ubicado en el municipio de Envigado un proyecto de la Alcaldía dedicado a brindar alternativas para el aprovechamiento del tiempo libre y ocio, adquirir hábitos de vida saludable y detectar necesidades, para mejorar proyectos de vida de los adultos mayores. Allí la presentaron como cantautora y poeta, y participa en los paseos, actividades lúdicas, está en clases de guitarra, coro como dice: “lo mío ahora: la música, los poemas, mi familia, y “Atardeser””

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A sus 80 años aún se siente viva

A sus 80 años aún se siente viva
Blanca Oliva Marín, 80 años

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